Era muy tímida, por lo que en ese instante no se podía
permitir contestarle. Las palabras no salían de su boca, sentía dolor interno.
Ese tipo de dolor que no te permite levantar cabeza y que hacía que pudieras
estar horas y horas llorando sin que las lágrimas se acabaran. Puede que lo
necesario para dejar de sentirse mal consigo misma en ese momento hubiera sido
decir insultos o comentarios desagradables, pero no, se aferró a su compostura
y puso la otra mejilla. Demostrando en ese acto valentía como la niña había
pasado a ser mujer y como la debilidad había sido cambiada por vigor, fortaleza
y firmeza.
OLÉÉ !!
ResponderEliminarJajaja
Me encanta :)